Volviendo a casa en el 141, tras visitar a una querida amiga en el barrio de Caballito (Barrio con el cual tengo un muy mal karma), recordé la recomendación que me hizo un compañero de trabajo, algo sibarita como yo, de un lugar palermitano: «tenés que ir a comer por la calle Thames, antes de llegar a Plaza Italia«, me dijo. Ya eran pasadas las 22 y no tenia mucho para cocinar en casa, así que me dije es un buen momento para ir , además el 141 me dejaba justo.
No recordaba bien el nombre, pero caminé tranquila porque cuando lo viera iba a saber cual era… Y llegué a Las Pizarras (Thames 2296). Es un local pequeño, la fachada no debe tener mas de 4 metros (si mi cálculo no es muy erróneo). La puerta tiene un cartel escrito a mano que dice que la misma está cerrada, por lo que, después de buscar un timbre, mirar para adentro y nada, tomé el picaporte, abrí apenas y el mozo que estaba adentro casi corrió pero para entornar la puerta, lo cual por un segundo me hizo dudar sobre si podría entrar o no… Le pregunté si había lugar para uno (Sí, uno) me dijo que aguardara y le pregunté también si aceptaban tarjetas (Sí, Visa, Mastercard, American Express).
Aguardé en la vereda, donde más gente esperaba. En eso veo al Chef, Rodrigo Castilla, hablando con los comensales de una mesa, lo cual, para mí era buena señal. Luego de medio tema de Foo Fighters y medio tema de Aretha, el mozo flaquito y alto llamado Andrés me invita a pasar a cualquiera de las dos mesas que había separado.
Me senté al lado de la barra (estaría buenísimo no tuviera platos, tablas, etc. apilados y habilitaran un lugarcito para gente como yo, que le gusta sentarse en la barra). Allí, podía observar todos los detalles que son muchos, rústica y artísticamente ubicados, desde el trajín de una cocina agitada, los azulejos blancos, un espejo sobre el pasillo que lleva a los baños, una repisa con frascos llenos de cosas y sifones de distinto tamaño y color, el clásico mostrador de almacén, la cortadora de fiambres decorativa, las botellas de vino recostadas en bodegas de alambres, la cava con temperatura justa, una tela estampada tapando cajones de agua mineral, el reloj con números/frutas 5 minutos atrasado, las luces con bolas blancas, un maniquí vestido y sin cabeza, las mesas (que no son muchas) limpias, sin manteles y llenas, al Chef/Dueño yendo a comprar un sachet de leche, hasta centrar mi atención en las protagonistas: las pizarras.
Después de aguardar unos segundos, me avivé que no me iban a traer un menú, porque el mismo estaba ahí, frente a mí, frente a todos, escritos en grandes pizarras que me invitaban a divertirme mirándolas y situandome en la encrucijada de elegir qué beber y qué plato probar, ya que, se hace difícil… Pizarra de Vinos Selección y otra de Vinos Tintos (Buenas y variadas opciones), Pizarra de Vinos Blancos, Pizarrita verde con algunas Espirituosas de las buenas (Bombay, Hendrick’s, Macallan, entre otras) y algunos pocos aperitivos como Cynar , Pizarra de Vinos por Copa, Pizarra de Bebidas – Boris, Quilmes, Agua, Gaseosas, Café, Té -, Pizarra de Entradas, Pizarra de Principales y Pizarra de Postres.
Finalmente, miré a Andrés, me dijo «Ya está?», a lo que respondí «una Boris», ya que tenia sed, me gusta esa cerveza y todavía no habia podido definir que iba a comer. Siendo la primer comida del día, después de un agitado viernes de Fiesta Guia Oleo y largo festejo en 878, tenía que darle un respiro a mi hígado.
Trajo mi Boris, que bebí directamente de la botella (No pierde frío, no ensucio una copa y bebo más relajada) y en una simpática bolsita de tela de arpillera un pancito caliente, casero, crocante por fuera y una cucharada de manteca de cafe con pimienta negra (Le hice repetirme eso a Andrés ya que no sabía ni que existía algo así). Devoré el pan en escasos minutos, también saciando mi sed y… vaciando la también simpática botella de cerveza.
Antes de comer, fui al baño. Otro punto a favor, divertido. Un solo baño para cada uno, lo cual esta bien, ya que el lugar en si, es chico. Limpio, con otro maniquí masculino sin cabeza vestido de decoración, el cual por un segundo me hizo dudar si era el baño de damas, y volví a mirar la muñequita de la puerta. Un detalle que me pareció grandioso, un gancho en la pared (pero un gancho grande), encima del papel higiénico, para colgar lo que lleves antes de sentarte en el trono.
Iba a pedir una Entrada, todas sonaban apetecibles, Langostinos, Paté, etc., me tentaban las Mollejitas pero no me tentaba tanto el Hinojo y Pomelo que las acompañaban, por lo que me decidí finalmente por un Carré de Cerdo con Polenta de Zanahoria, Espárragos y Alcauciles.
Ya había tomado la decisión de beber vino, pero como dije tenia que darle un respiro a mi hígado, por lo que una botella no era opción, y busqué alguna de 375ml – que no encontré – por lo que ordené una copa (raro en mi) de Ique Malbec de Bodega Enrique Foster y un agua mineral (sin gas). Por la mitad de la copa, observé que se me había pasado el detalle de que, efectivamente, había botella pequeña de este vino, estaba escrito en la pizarra y habia 3 ó 4 botellas en el estante al lado del Bombay. Sin embargo, lamento de lado, ya que alcanzó bien.
El Servicio, es muy bueno, son dos mozos, Andrés y una chica extranjera, con sonrisas y mucha amabilidad. Se acercaron indistintamente a preguntarme si estaba todo bien y yo con el bocado en la boca asentí feliz, las dos veces. Además el dueño colabora continuamente – me acercó la segunda bolsita de pan, abre la puerta a los comensales, limpia las mesas, lava las copas con rociador y las seca – y registra con seriedad todo lo que está pasando en su bistró, sin estar dentro de la cocina, se nota que no se le escapa un detalle, está en todo.
Mi cena llegó pronto, genial, otro punto a favor. Otro detalle: calientan los platos antes de servirlos! Así que, cuidado cuando lo agarres, no hagas como yo y te quemes. Presentacion, muy bien.
La vajilla es linda, platos blancos, grandes, ovalados, y como iba a comer carne me dieron los clásicos cuchillos con serruchito. Las copas limpísimas, y el agua la sirven en un vaso estilo Old Fashioned.
Me había dado mucha curiosidad la polenta de zanahorias, pero en realidad, era polenta (liviana, porosa, muy rica) con zanahorias picadas en cuadraditos. La cocción del carré en su punto. Las verduras excelentes, frescas, también muy en su punto: cocidas y consistentes. Debo agregar que, escasas, es decir, me hubieran gustado dos espárragos en lugar de lo que parecia uno solo. El jugo del plato, riquísimo, aromático… Sólo le agregué una pizca de sal (gusto personal, pero la condimentación en general estaba muy bien).
De más está decir que dejé el plato limpio. Otra vez, no llegué al Postre, entre los que recuerdo había Crème brûlée de Maracuyá, Panqueques, y otros más. Perdón, los tendría que haber anotado, confíe en que podría verlos en la pagina web, pero en este momento no está funcionando.
Quedé muy satisfecha, no sólo en cantidad sino en calidad. Me encanta cuando me puedo sentar y comer súper relajada en un lugar como éste, original, divertido, sin los clichés del barrio en el que se encuentra y deleitarme con autentica comida de autor. Cúanto salió esto? $140. 3 Bracas para Las Pizarras.
Como podrán notar, no puedo subir fotos y mostrarles la Ambientación y lo que comí, ya que no tenía cámara encima, pero saldaré esta pequeña deuda, ya que hay una altísima probabilidad (99%) que vuelva a leer Las Pizarras de la calle Thames…
Braca
Braca, leí tu reseña de las pizarras. Quisiera saber si has vuelto a cenar allí? Gracias por tu tiempo, Ernesto.
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Hola Ernesto, gracias por leer y comentar… No he tenido posibilidad de volver a Las Pizarras en estos ultimos dos años. Imagino que seguirá abierto y con el menú cambiando constantemente…
Si vas, no dejes de contarme como te fue.
Salud,
Braca
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