De Revancha en el Rivoli del Ritz Hotel

En los últimos días de agosto finalmente pude ir al cine a ver al escultural Hugh Jackman en su nueva interpretación de Wolverine. El cine estaba cerca de Picadilly Circus y luego de la función recordé los dos intentos fallidos (si me han leído ya lo sabrán) de ir al bar del ultra famoso Ritz Hotel: el Rivoli Bar (150 Piccadilly, W1J 9BR).

Como vengo diciendo hace rato, a pesar que Londres es una de las capitales de la Coctelería por excelencia, me está costando encontrar bares que le hagan justicia a dicha fama – tales como mis favoritos 878 y Florería Atlántico en Buenos Aires -, por lo que, cuando puedo me doy estos pequeños placeres y voy a lo seguro: los bares de hoteles 5 estrellas. Por el momento, ninguno falló.

Fue así, que tras pasar muchas veces por la puerta, verlo en películas y demás, leí en la página web con que valores me podría encontrar. En lo que a – exclusivamente – a cócteles se refiere, la carta del Rivoli tiene un precio estándar de 19 libras. Por supuesto, cuentan con extensas alternativas de espirituosas, vinos, espumantes y demás, donde los valores son aptos para los huéspedes que arriban a dicho hotel, no para mí, por el momento.

Pero volviendo al precio, no es barato, sin embargo, el servicio es de una calidad tan alta, sumado el lugar, la atmósfera y la calidad de productos que la relación precio/calidad es equilibrada, accesible y hasta lógica. Por lo que para darse un gustito de alta gama de vez en cuando, no está nada mal.

Aquella noche, caminando por Picadilly – esta vez acorde a su dress code – entré al Ritz vistiendo sandalias taco alto, pregunté donde estaba el bar y me dijeron «A la derecha, Madame«.

Y fue como estar en una película Art Decó. Mucho rosa y dorado, alfombras al tono, muchas flores, delicadas arañas, todo brillante, espejos varios en los pasillos, un pequeña escalera y el Bar. Como de costumbre en la barra me senté, recibida con cordialísimos saludos de bienvenida de todos los Bartenders ataviados conforme a su ocasión. Me adueñe de un banqueta en la pequeña barra, donde había otra pareja celebrando un nuevo aniversario.

Dije que venía por un trago y me entregaron la carta plagada de tragos que dejan muy en claro la estrecha relación que existe entre los hoteles, los cocktails y el cine, y en este bar, todo eso puedo palparse, más aun cuando comenzó a sonar Moonligth Serenade de Glenn Miller. Touché.

Pasé de largo las páginas de bocadillos, caviar, sándwiches, champagnes, espumantes, vinos, espirituosas, whisky/es, Champagne Cocktails y Vintage Cocktails (Comenzando en valores de 90 libras para arriba),  y me detuve en la Ritz Selection y Legendary: Rivoli 10, Scarlet Pimpernel, The Gatsby, The Myth, Boulevardier, Georgia Mint Julep, entre otros. Estuve a punto de innovar, pero finalmente me decidí por un Manhattan, que rezaba: «Este nativo de New York fue creado alrededor de 1870 en el Manhattan Club. Juzgado por muchos como uno de los primeros de los primera clase de tragos mezcla que combinó Vermouth con espirituosas. Estamos muy orgullos de ofrecerle nuestra interpretación«.

El Bartender encargado me consultó si el dash de Bourbon Crianza y la cereza macerada la prefería de especies, frutos rojos, naranja o vainilla. (…). Elegí naranja. Y tras que me dejaran la bandeja donde posarían mi trago, me acercaron la canastilla que cuenta con un pocillo de aceitunas rellenas de pimiento colorado, almendras saladas y unos bollitos de pan con queso que son un manjar en miniatura, para mí, eso cuenta como una picada.

Finalmente, llegó mi Manhattan presentado en una pequeña coctelera para que yo me lo sirviera sin perder temperatura y un cofrecito – también plateado –  donde se posaba la cereza y piel de naranja sobre un colchón de diminutos hielos con forma de diamantes. ¡Tomá mate!

De más está decir que el Manhattan estaba impecable. Y lo disfruté mientras el Head Bartender daba cátedra a la pareja contigua sobre whiskies japoneses y hasta se los dejaba probar. ¡Todo muy lindo, pero cómo hablaba ese muchacho!. Luego de un rato, se dirigió a mí, consultándome qué tal estaba mi trago y si era mi primera vez en el Ritz, cosa que me preguntó otro de los chicos y a él le comente de mis previos intentos.

Cuando no faltaba mucho para terminar, me renovaron la canastilla de bocadillos. Eso para mi ya contaba como cena.

La pareja se retiró y ya quedaba poco en mi copa, por lo que pedí la cuenta – £19 -, propina mediante, aboné prometiendo volver. ¿Cuántos Bracas le puedo dar al Rivoli? Sí, se merecen los 5.

Por supuesto, paso obligado por el suntuoso baño. Dado que iba a seguir de caminata hacia casa por la hermosa noche londinense, guardé los stilettos en la cartera y me retiré del Ritz en chatitas, silbando bajito y con una sonrisa.

 

Braca

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2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Hello! This post could not be written any better! Reading through this post reminds me of my old room mate! He always kept chatting about this. I will forward this article to him. Pretty sure he will have a good read. Thanks for sharing!

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    1. Gaby Braca dice:

      Hi Florene,

      I’m glad you like it! Thank you for your comment.

      Cheers,
      Gaby

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