(English below)
23:53hs, 4 de abril, Dublín. Me quedó pendiente una anécdota de mis noches por mi Buenos Aires querido… Y a 24 días de mi llegada a la capital irlandesa, me pareció un buen momento saldar mi deuda.
La Florería Atlántico (Arroyo 872) no abrió hace mucho. Recuerdo que poco antes de su apertura fui a dos bares distintos y ya me estaban hablando de ella. Me dijeron algo así como que iba a ser “un Speakeasy por el cual se entraba desde una heladera…” ¿?. Pero resultó ser mucho más que eso. No sólo es una florería, no sólo es una vinería, no sólo es una LPría, no sólo es un Speakeasy, no sólo es un sótano, no sólo es un restaurante con parrilla subterránea incluida, no sólo es un bar. Es todo eso y mucho más.
Saber que Julián Díaz y Renato «Tato» Giovanonni eran dueños de este proyecto gastronómico era prácticamente una Certificación ISO. El dueño de mi bar preferido junto a uno de los más reconocidos bartenders de la ciudad se habían asociado, una dupla explosiva, un Xavi-Iniesta de la coctelería local.
Lo mejor de todo, es que me quedaba a cómodas cuadras de mi último hogar en Recoleta, por lo que, al cuarto día de su apertura no-oficial fui a conocerla. Detalle no menor, porque tal como le mencioné a Julián, esta bueno que abran lugares como estos, y más en esa zona Retiro/Recoleta donde las buenas opciones escasean.
La fachada, tal cual lo dije, es una florería. Pero florería de verdad donde se pueden comprar flores que Tato se encarga de abastecer. Cruzando la puerta hay una hermosa pared con brotes empotrados y siempre una simpática encargada te abre la puerta de la calle…. y de la heladera. Y ahí, los escalones descendentes que te llevan a la otra cara de la florería, donde la magia comienza.
17 metros de barra de madera – con banquetas altas de igual material – dan la bienvenida a un lugar que es más largo que ancho. Algunas pizarras mostrando las opciones espirituosas, iluminación tenue de modernas lámparas contadas con los dedos de las manos, apuntando a las mesas – de igual número – y hacia las rústicas paredes que sirvieron de lienzos para los dibujos atlánticos pintados con lápiz por el Sr. Tato.
Siguiendo a lo largo, tras un pasillo recovecoso de paredes grises con lindas lámparas, se llega a los baños con lavabos compartidos. Recuerdo que, de limpieza estaban bien, y al de damas, le faltaba un poco de luz.
Ya mirando de frente a la barra, se ve la cocina, el personal trabajando, los aperitivos, los vermut’, las espirituosas, las maltas, los estantes, los detalles – Que nunca son librados al azar, al menos, no por Tato.
La segunda vez que fuí, fue con amigas. ¡Qué linda noche! Comimos sólo tapas, ya que en ese momento era la única opción. Para esta altura la carta de comidas está a su disposición. Las tapas estaban deliciosas, entraña, salmón, pulpo, jabalí, con verduras salteadas, un manjar. Si debo decir, porciones un poco escasas.
La tercera vez que fui sólo bebí unas Heineken. La cuarta vez también sólo bebí. Y la quinta o la sexta, entré de día y me fui de día. Así de especial es la Florería, te abduce. La carta de tragos es creación de Tato divida en países Italia, Inglaterra, Francia, y no sigo por temor a que me traicione la memoria pero creo que estaba España y los Criollos… Hay tragos por jarra, como el clericó. Y el detalle que me arrancó la carcajada, «Y los que no deberían estar«…. Touché. Por supuesto, los clásicos se piden directamente. Tuve el privilegio que Tato me prepare un Manhattan, un Old Fashioned y a pedido un trago con Legui, que a mí me encanta, licor barato, pero argentino y dulce como pocos.
Todas las veces que fuí – incluida mi noche despedida – la cuenta fue distinta, pero nunca menor a $30 que era el valor del porrón (330cm3) de Heineken.
La música es otro detalle no librado al azar. Buena música… Mirar los vinilos a la venta antes de bajar es una buena forma de saber que se escucha mientras tomas algo bien relajada/o.
No hacía falta saber mucho para saber que la Florería iba a andar bien. Es un lugar con ángel, con encanto, con sex appeal. Así de rápido, se convirtió junto a 878 en mi segundo bar de cabecera. Dos vicios. Es que se nota cuándo un lugar es concebido no sólo con conocimiento sobre la materia, planificación, experiencia, talento, complejidad y simpleza, buen gusto, pero también, carisma, dedicación y mucho AMOR. Estos lugares, en definitiva son los que enternecen, acobijan y a los que querés volvér una y otra vez.
Nunca fui tantas veces a una florería como a ésta Florería… Será que en ninguna encontré flores más bellas que las noches que pasé ahí adentro. Por eso y mucho más, es la Florería más hermosa, de éste y del otro lado del Atlántico.
Algo Sibarita
English Version: If you are in Buenos Aires or planing to go there… Two-Must-Go: 878 and Florería Atlántico. And if you already did, let me know what you think… Cheers!