A casi un mes de haber llegado a Dublín y después de varias noches de Irish pubs y largas rondas de Guinness estaba necesitando un Old Fashioned, pero uno bien hecho. Así que le mandé un mensaje a un irlandés amigo que trabaja en el Temple Bar para pedirle alguna recomendación al respecto y me dijo que el Clarence Hotel (6-8 Wellington Quay, Dublín 2) era bueno en materia de cocktails. Y hacia allí fui.
Nota aparte es que el Clarence Hotel es el hotel de Bono y The Edge de U2 y los que me conocen saben que Bono me debe plata, por lo que no dejaba de ser una contradicción ir, ya que aún no puedo cobrarle su deuda sino que iba a acrecentar sus arcas con mi visita. Pero bueno, si sigo en Dublín, seguramente no faltará oportunidad.
Después de una caminata llegué al Clarence Hotel y pregunté a un empleado donde estaba el bar, “por el pasillo a la derecha”, me dijo. Tras caminar unos pasos más, se escuchaban voces y ahí nomás llegué a The Octagon Bar. Consta de dos salones pero sólo estuve en uno, donde prevalece la barra octogonal. El otro salón, por lo que pude relojear tiene televisión.
Me senté en una de las banquetas altas de cuero verde oscuro. Como el nombre lo dice, el salón es un octágono con la barra en el centro y mesas bajas con sillones empotrados a la pared. Algunos cuadros con fotos de lo que me pareció a lo lejos eran del hotel, un espejo grande en una de las paredes y no mucho mas, digamos que es una decoración bastante sobria. Desde mi lugar podía ver la totalidad de la barra y a los bartenders trabajando. Dicho sea de paso, uno de ellos – Terrence – sudafricano, bastante lindo – con un aire a Brandon Flowers – por momentos alardeaba de su destreza tirando hielos al aire y embocándolos – casi siempre – en los vasos y coctelera que sostenía detrás de su cuello. Lo que si me encantó, fue su acento.
Pedí un Old Fashioned. Y debo admitir que extrañaba un montón beber uno. El primero fue con Jack Daniels, que no es mi preferido. El segundo, lo preparó Terrence – así se llama el bartender -, flameando levemente las cascaras de naranja antes de volcarlas en el vaso y me dio a elegir entre otros bourbons oliendo de las botellas. No puedo recordar el nombre del que elegí. Poderoso. Mientras, siempre acompañado de mi vaso de agua y unos maníes que me ofrecieron.
Mientras tomaba el primero, una huésped le pidió a Terrence si con el trago podía prenderle una velita a su amiga que cumplía años. Tomo nota del nombre y luego de un rato le llevó a la mesa un plato con unos bombones y frutillas y escrito con salsa de chocolate «Feliz Cumpleaños Marian«. Lindo detalle.
Fui al baño, al que se llega subiendo una escalera con pasamanos de bronce y abriendo una puerta muy pesada. Muy lindo, minimalista. Grande, con dos espejos, uno que ocupaba casi toda una pared. El toilette también muy sobrio con puertas de madera que parecían un cambiador símil a las tiendas de ropa. Le iba a sacar una foto pero entro gente y me dio cosita.
El servicio, de primera. Durante mi segundo Old Fashioned un indio que vivía en Los Ángeles me preguntó, apoyando desubicadamente su mano en mi espalda si podía «unirse» – “May I join you?” – y se sentó al lado mío. Conversamos un rato, que hacíamos de nuestras vida y etcéteras. No se como surgió que yo miraba algunas series de USA, entre ellas Homeland y a la conversación se unió Terrence, quién agregó que había comenzado a ver una serie pero no recordaba el nombre…. Es un bajón cuando te querés acordar del nombre de una película, de un actor o algo así y no te sale, por lo que después de googlear, dar opciones y un rato largo sacamos el nombre de la serie.
La música estaba bien hasta que comenzó a derivar en bazofias como Pitbull, recordándome personajes siniestros de la televisión argentina.
Más tarde, cuando ya comenzábamos a ser los últimos y estábamos en confianza con el staff, el indio de L.A. ordenó otro Old Fashioned para él y sin notarlo me invitó otro, que quedó un rato allí hasta que terminé el mío. Resultó ser que este muchacho al otro día retornaba a su hogar por lo que me preguntó adonde más podíamos ir. Siendo que en Dublín todo cierra a las 3 de la mañana le dije sólo le quedaba como hora y media de bares irlandeses… Casi me obligó a tomar mi Old Fashioned a lo que le dije: “Noooo, esto no es un shot”. No es un trago para tomar a las apuradas. Creo que para ese momento éramos sólo nosotros dos y cayó un amigo del staff que trabajaba por allí, al cual, le sirvieron una Heineken tirada y luego tomó un Whisky Sour del cual Terrence me sirvió un vasito para probar. Estaba más que bien.
Mi cuenta resultó ser de €14 euros, aunque era la mitad de lo que había tomado y el muchacho se hizo cargo de la misma. Le doy 3½ Bracas al Octagon Bar y aunque no tuve oportunidad de probar algo de comer, este chico me dijo que la comida del restaurante no era buena, por ende, probablemente no lo tenga en cuenta, pero nunca se sabe.
Finalmente nos retiramos y fuimos a un lugar que ya he visitado en mi primera vez en Dublín, Café en Seine (40 Dawson Street, Dublín 2). Estructuralmente esta muy lindo, elegante. Es una mezcla de bar – se pueden pedir Cocktails ahí – y disco, ya que en uno de los salones se puede bailar. Pedimos otros Old Fashioned, que nada tenían que ver con los del Octagon…
Seguramente retornaré al bar del Clarence…. y quien te dice, en una de esas Bono salda su deuda.
Braca