Oscar Esteban y el Café San Juan

Son mis últimos días en Buenos Aires, en Argentina, por tiempo indeterminado, por lo que estoy tratando de conocer algunos lugares renombrados. Es así, que el domingo 17 arreglé cenar con mi amigo Oscar Esteban, quien todo el año estuvo amagando con invitarme a cenar y finalmente concretó.

Me dijo que elija adónde quería ir, por lo tanto, era una excelente ocasión para matar dos pájaros de un tiro, ponerme al día con mi amigo y conocer un restaurante bastante popular, donde supuestamente se come muy bien.

Un par de días antes, por insistencia mía, habíamos hecho una reserva, para evitar demoras, sabiendo que es un lugar concurrido. El mismo se llama Café San Juan (Av. San Juan 450) sito en el barrio de San Telmo, zona que frecuento poco. Y, a mi pesar, tengo que contarles que me desilusioné mucho con este lugar, será tal vez que tenia las expectativas muy altas.

Nos abrieron la puerta de su local que da a la calle, una chica nos preguntó si teníamos reserva y nos invitaron a sentarnos en cualquier mesa de 2 (excepto una). Me lo imaginaba totalmente distinto y con dimensiones muy diferentes a las que tiene. Estábamos en el medio del salón de espaldas a la cocina. Luego, observé que hay 2 ó 3 banquetas para sentarse en la barra frente a la parrilla. Y tras estar sentada unos minutos, tuve que ponerme el sweater, ya que tenia el viento del aire acondicionado pegándome en el pecho. No me gusta comer con frio, para nada.

El lugar no es muy grande, mesas cuadradas vestidas de negro y rojo, repisas con conservas, muchas botellas de vino en exhibición, grandes pizarras con el menú escrito. Esto último, puede ser un detalle de color, pero el mozo se queda sosteniéndolas hasta que elegís, lo que en mi caso, condicionó bastante la selección del plato. Digamos que no me sentía muy bien poniéndome a leer minuciosamente las entradas y platos principales mientras el mozo estaba allí parado.

Hay opciones que no se consiguen en todos lados como codorniz, conejo, etc. pero Oscar Esteban resolvió bastante rápido y eligió la entrada de salmón con queso crema para arrancar.

En cuanto al plato principal, consultamos y el mozo nos dijo que eran como «para una persona de buen comer», entonces nos decidimos por el único que nos mencionó que era para compartir, el pulpo con papas.

Yo elegí el vino. Oscar Esteban no es un gran bebedor, por lo que, traté de ver algo accesible y bueno, pero todos los vinos en general, rondan los mismos valores, alrededor de $95 en adelante. Opté por un Álamos Malbec, que estaba muy bien de temperatura, buen detalle. «Nunca falla«, dijo el mozo, sirviendo una cantidad mínima y dándoselo a probar a Oscar Esteban. Acompañamos con agua sin gas.

Llegó al rato la entrada, 3 tostadas gruesas de pan francés untadas de queso crema color mango suave con algo que sabia a ajo y la feta de salmón encima. Rico. La tercera, la partimos a la mitad.

Estábamos con hambre, ambos. Rápido hicimos desaparecer el salmón y nos retiraron los platos. Detalle negativo, la mesa es chica, entre la panera, los platos, las copas de agua y vino, botella de vino y agua, cubiertos, hay que ser experto en Tetris para que nada se caiga.

Finalmente llegó el gran plato de pulpo, que pintaba muy bien. De sabor – acá llego la desilusión -, mal. El pulpo estaba quemado y ese característico sabor es difícil de tapar aún con el buen Malbec que estábamos tomando. Oscar Esteban dijo que estaba riquísimo, pero creo que lo dijo para no hacerme sentir mal de buen amigo que es nomás. Si admitió el dejo de amargo de la cocción pasada. Una pena. Las papas estaban riquísimas cubiertas de queso. Es la primera vez que prefiero una papa al protagonista principal del plato. Y para una plato de $265 no fue una buena relación precio/calidad.

Al margen del sabor del pulpo, nos pusimos al día charlando, observando las parejas de alrededor (una tratando de maniobrar con un cochecito de bebé) muchos extranjeros. Liquidamos el pulpo y las papas. También el vino. Previamente, Oscar Esteban me preguntó si sabia de algún bar donde ir a tomar unos ricos drinks. A mi juego me llamaron.

Antes pasé por el baño, chico (acorde al lugar), muy limpio. Cuando salí, Oscar Esteban ya se había encargado de la cuenta. No recuerdo si cobran cubierto, pero el pago es solo en efectivo, no aceptan plásticos. No puedo darle más de 2½ Bracas.

De allí rumbeamos al Pony Line Bar. Me pareció la mejor opción, nos quedaba cerca, eran apenas pasadas las 22:30hs, la Florería no abre los domingos. Y, a Oscar Esteban le encantó, no es para menos, la atención en el Pony Line es fabulosa. El primer trago que le prepararon fue un Piletero no satisfizo su gusto y se lo cambiaron. Pequeños detalles de Sebastián y equipo, que marcan las diferencias.

Fue muy gracioso que más tarde, se sentó en la barra alguien que me resultaba conocido… Y después de pensar un rato, me acordé! Era el habitué de el Gran Bar Danzon que me había mencionado a Delicious como un buen lugar para ir a comer… Parece que los sibaritas, somos más de lo que creemos.

 

Braca

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