3 jueves atrás quería conocer algún lugar nuevo que me quedara relativamente cerca. A través de Twitter, le consulté a los chicos de Aires de Bares y me sugirieron 3, entre ellos, Million, Gran Bar Danzon y el Sky Bar (Maipú 907) sito en el Piso 13 del Hotel Pulitzer. El único que no conocía era este último, por lo que, era el elegido.
Alrededor de las 22hs comenzó a levantarse un viento fresco y un poco fuerte, si llegaban a caer algunas gotas, el Piso 13 al aire libre no iba a ser una buena opción. Por suerte, el clima no empeoró.
Llegué a la puerta del hotel, me abrieron y muy amablemente me dieron las indicaciones para subir. Ya en el ascensor por el 8° piso se comenzó a escuchar la música que resonaba.
Apenas me bajé del elevador noté una noche animada, di unos pasos para salir al deck, estaba muy concurrido el ambiente. La barra de mármol blanco no tiene banquetas, por lo que, funciona más bien como un despacho de bebidas que un espacio sagrado de socialización. Pregunté a unos chicos, si estaban usando una banqueta y a pesar de que pesaba un poco, la trasladé a la barra.
Había muchos empleados detrás de la barra y tardaron igual cantidad de minutos en prestarme algo de atención. Quien estaba en la caja, finalmente me preguntó si estaba atendida, le dije que no y me entregó el jovial menú. En cuanto a bebidas, hay tragos especiales – Vanilla Sky, Agua de Coco Mojito, Cucumber Collins, Ramma, Maratini (Vodka, Campari, almíbar de pasión y jugo de pomelo) -, espirituosas en general y también hay bebidas sin alcohol. En líneas generales los precios no son excesivos. Para comer hay snacks, sándwiches, pizzas, ensaladas, pero cuando pedí un sándwich me dijeron que sólo se podían pedir snacks. ¿Por qué no avisaran antes?
Me decidí por una Heineken y unos langostinos rebozados. Me alcanzaron rápido la cerveza con unos maníes y me cobraron en el momento, lo cual me chocó un poco, será que estoy acostumbrada a pagar al final. Aceptan tarjetas.
Los langostinos estaban bien, con una pequeña salsa picante, nada del otro mundo. Entretanto, la música se escuchaba más en el hall que en la barra, pero era buena música, por ende lo del volumen no era tan grave.
Después de comer y finalizar mi cerveza, pensé en irme, sin embargo, mientras escuchaba las conversaciones ajenas de unos españoles, quise probar un Old Fashioned. Lo preparó el chico que atendía la caja. Después de prepararlo, al menos, me pregunto qué tal estaba – «un poquito dulce para mi gusto, pero está bien» – y no me cobro inmediatamente, lo cual hizo que me cayera más simpático que al principio.
La vista no me pareció tan fabulosa como había leído, no deja de ser nada más que la visual elevada de los edificios que pueblan el barrio de Retiro, sin embargo, es un ambiente que da para ir con amigos, hacer after office y para mi gusto, no mucho más. Creo que la atención podría mejorar. 2 Bracas de 5.
Las canciones comenzaron a repetirse. Pedí la cuenta de mi Old, que junto al pago anterior, sumó $125. Aboné y me acerqué al hall a esperar el ascensor y bajar los 13 pisos.
Apenas pasando la medianoche, ya la tormenta se había disipado y las estrellas brillaban en el oscuro cielo como pequeños diamantes tan numerosos como inalcanzables.
Braca