Hola Sibaritas Queridos! Estuve bastante ocupada estas semanas con mi adaptación a Londres, pero creo que la etapa de acomodamiento ya ha terminado, así que finalmente, puedo sentarme a escribir unas líneas.
En este primer mes en Londres no sólo cambié de trabajo un par de veces, sino que también cambié de hogares y ahora ya he encontrado uno – very cozy – muy acogedor en el Royal Borough of Kensington and Chelsea. Afortunadamente, sólo tengo que caminar unos minutos al trabajo, lo cual era el ideal que buscaba y por suerte lo encontré.
Previo a esto, estuve trabajando una semana en Boho Mexica (151-153 Commercial St London, Greater London E1 6BJ), como el nombre lo dice es un restaurante de comida mexicana, según el dueño «la mejor comida mexicana en todo Londres», en el cual los platos principales son enormes, salen rápido y a juzgar por los comensales están riquísimos. Por supuesto la mayoría picantes, como es de esperarse. El lugar no es muy grande, con mesas para dos y máximo 6/7 personas. Velas, música latina – no siempre la mejor para mi gusto – y siempre está lleno, lo que no deja de ser una señal de lo buena que es la comida y la atención.
Pegué muy buena onda con los cocineros y en las dos oportunidades que tuve para comer ahí les comenté que yo era bastante maricona (cobarde) para lo picante, por lo que me encantaría comer algo con bichitos de mar pero que no fuera tan tan picante. Fue así que tuve ocasión de probar los Camarones Aguas Que Viene el Diablo!, langostinos en salsa de tomates frescos y pimientos verdes con un poco de coriandro acompañado de arroz. Muy bueno, sólo que fue ahí que me di cuenta que detesto el coriandro, sólo que no sabía que se llamaba así.
Luego, para seguir con mi lema «Afuera se como lo que no se come en casa«, volví a pedir algo con bichitos de mar y esta vez fui por los Pulpos Encebollados, calamares salteados y pulpos bebés con salsa chile Chipotle y cebollas. Muy abundante, pero tengo que admitir, que no lo pude terminar de lo picante que – para mi flojito paladar – era y de nuevo el coriandro. Aunque, para el que le guste lo picante, si llegan a ir, no tiene desperdicio. 3 Bracas y ½ para Boho.
Luego de dejar Boho, empecé a trabajar en un restaurante de comida libanesa. Estoy muy internacional, de México al Líbano sin escalas. Claramente, desconocía totalmente la comida, salvo por el humus y las empanadas árabes que he comido miles de veces en Córdoba. Por lo que, ésta era otra oportunidad de probar – y aprender – cosas nuevas.
Este restaurante se llama Laya Lina (2-3 Beauchamp Place, Knightsbridge, London, SW3 1NG) ubicado en la exclusiva área de Knightsbridge donde las Ferrari y Lamborghini‘s son moneda corriente, por lo que a los comensales – y no comensales – no les hace cosquillas gastar 40 libras sólo para fumar sisha y tomarse un Fresh Mint Tea a las once de la noche.
La idea aquí era trabajar como Bartender, por lo que estaba muy contenta, salvo que, después de la primer semana noté dos cosas: la carta de tragos es horrible, por lo que si llegan a ir – y sigue siendo la misma carta que ahora con tragos como el Rapaska o el Beirut Night – apelen a los clásicos o vayan directo a los vinos. Y segundo: me la pasaba preparando tés y cafés, por lo que, me comencé a aburrir bastante rápido.
En cuanto a la comida, los comensales a los que pude preguntar estaban contentos. Los platos no se veían tan abundantes pero si apetitosos. El que sí es grande y llamativo, es el Lamb Shank, pierna de cordero con hongos, tomates, tomillo, orégano y porotos bebés. Al humus, en mi personal apreciación no le encuentro ninguna gracia. Si me gustaron los falafel y otras croquetas similares, pero se me olvidó el nombre. Mi preferido, el Soft Cheese, queso cremoso casero. Me encantó, casi me devoré una cazuela. Ah, otro detalle, los dulces que se sirven de postre: Assorted Baklawas, que sin ser yo fanática de lo dulce, creo que los comía porque estaban ahí en la bandeja frente a mi todo el tiempo y a pesar que son diferentes en tamaño y estética, el sabor me recordaba a los pastelitos argentinos. Recomendables con un buen café.
Lo bueno de Londres – o Europa en general – es que los sitios webs de la mayoría de los lugares cuentan con los menús actualizados, por lo que, allí se puede leer no sólo la oferta de comida y bebida, sino que, saber también de antemano lo que se puede llegar a gastar.
Detalle a tener en cuenta, aunque todos lo aclaran, si te sirven en la mesa, se cobra un service charge, que generalmente es de un 10% o 12,5% en adelante. Y este, NO incluye la propina. Por supuesto, casi todos – por no decir todos – aceptan tarjetas de débitos y crédito. 2 Bracas y ½ para LayaLina.
Tras esto, llegué un día a una entrevista grupal para un british pub – bar británico – del grupo Mitchells & Butlers, que tiene muchos – pero muchos – bares no solo aquí, sino también en Irlanda y Escocia. Recuerdo que me entrevistó un gerente de uno de los bares del grupo, que lleva 2 años trabajando allí, súper simpático y muy buen mozo – me recordaba un poco a Tom Cruise pero más rubio y más alto -, tanto que me resultó un poco difícil concentrarme en las preguntas, aunque, claramente tan mal no me fue, ya que ahora soy una empleada más del grupo…
En el ínterin, una noche pasé por el The Star At Night (2 Great Chapel St, W1) en el Soho londinense, donde había una posibilidad laboral, pero tras ver que la barra no era muy grande y apenas tendría contacto con los clientes, lo descarté. Eso sí, no sin antes probar algo de la carta.
Este lugar se caracteriza por ser The London Gin Club – mi espirituosa preferida – donde cuentan con más de 50 Gin en su haber. Opté por un Gimlet (8 libras) – sigo extrañando los de Adriano Marcellino – que para mi gusto estaba muy dulce. La bartender, me dijo que lo había preparado con Old Tom Gin que es bastante mas dulce que el resto de los Gin... Visité el diminuto y no muy higiénico baño, ahí nomás hay una especie de sótano con mesas y permanecí arriba en la barra con el bullicio del local. Bebí mi trago, bastante rápido y me fui. No me vi trabajando ahí. 3 Bracas para At The Star.
Mi bar, mejor dicho, mi trabajo actual se encuentra en el barrio de Kensington. Zona debo decir, muy top o very posh, como dicen acá. Al margen de esto, no sé como describir la felicidad y emoción que me invadió cuando, el día que llegaba a mi trial shift (Turno de prueba) y me di cuenta que estaba ubicado sólo a 200 metros de la casa de Freddie Mercury: parálisis, temblequeo en las piernas, pulso aceleradísimo, lágrimas, todo eso junto cuando volví a caminar por la vereda del 1 Logan Place, vereda por la cual, él alguna vez caminó.
Por ahora, no puedo decir más que Cheers! y God Save The QUEEN…
Braca