Negroni Parte Dos

El sábado pasado, noche calurosa, noche de sed. Había arreglado con mi amiga Nore acercarme al lindo barrio de Núñez para ir a ver a otro amigo – Carlitos –  tocar con su muy buena banda MatchPoint en Magnolia (Congreso 2312 – Buena atención, correctísimo sándwich de ahumado con rúcula bien fresca, buen precio). Tras pasar un rato más que ameno, con buena música, charla y un par de Isenbeck bien frías, opté por palermear…

Nore tenía que levantarse muy temprano el domingo para buscar a su primo en Aeroparque. Y yo tenía mucha sed. Tras un raid en el cual el transporte público no colaboró con mis rodillas pero si con mi apetito de líquidos, alrededor de las 2am andaba por las calles palermitanas.

Estaba con ganas de 878 pero me encontraba a mas de 10 calurosas cuadras, con ganas de una buena cerveza fría y con más ganas de sentarme que andar (menos mal que no fui porque había una fiesta privada y los parroquianos no podían ingresar) así es como llegué, nuevamente a Negroni.

Esta vez las luces naranjas del cartel estaban apagadas, desconozco por qué, pero el efecto no es el mismo. Deberían estar muy encendidas, siempre. Ingresé por la amplia puerta principal, le pregunté a un mozo por el baño y le pedí si me podía reservar una banqueta en la barra cercana a la puerta lateral, muy amablemente asintió.

Subí la escalera lateral (la única que hay) que no cuenta con baranda para sostenerse, por lo que, muchachas con altos tacos, anden con cuidado, sobre todo en el descenso.

De mi visita – y post – anterior, me había quedado pendiente la pseudo-inspección del baño, detalle nunca menor para mí. Y este es un punto flojo en Negroni o al menos esa noche lo fue, en lo que a higiene respecta. Repasé mis labios con un rojo carmesí y al salir aproveché para echar un vistazo a la terraza, no estaba muy concurrida y no me causó nada especial. Ojo, tampoco lo mio fue una contemplación detallada y superlativa.

Bajé la escalera cautelosamente, ya que mis tacos me elevaban 10 centímetros del piso y me dirigí a la barra ya conocida. Mauro me dijo algo pero no alcancé a entender, a pesar de la repetición. Colgué mi chaqueta en el escueto y lineal respaldo, me acomodé y el amable mozo a la brevedad me alcanzó la carta. La repasé. Aunque mi boca y sed clamaban por una fresca cerveza dudé y tras esperar un rato – más de la cuenta para mi gusto – cuando capté la atención de la Srta. Barwoman pedí un Gimlet. Mauro me preguntó «¿Con Gin?«, lo que, primero me llamó la atención ya que «¿Con qué más?» pensé, pero él simplemente quería saber si era el Gimlet de Tato Giovannoni que tienen en la carta (Bagley Gimlet) o el clásico. Yo quería el clásico.

Luego de un rato, llegó el trago. Linda presentación, aunque un poco pálido. Estaba un toque fuerte para mi gusto, noté Beefeater. Cuando al rato Mauro se acerca a preguntar que tal, le pregunté si lo había preparado con ese Gin, me dijo que sí y le dije que me gustaba más con Bombay. A partir de ahí no le caí tan bien.

Después del Gimlet, seguí con un par de frescas Heineken y participé de un tête à tête con el dueño y Mauro, donde quedó en claro que había pasado de un Old Fashioned y caerle bien a un Gimlet culposo y cerveza provocando su ofendimiento.

Ya la noche se tranquilizó y la concurrencia también. Por lo único que se sintió violentada la paz fue por un perro miniatura y sus ladridos en Fa sostenido.

Tras terminar mi segunda Heineken y temer en pedir una tercera para no seguir ofendiendo a Mauro, le comenté mi paradoja y me sirvió otra. Siendo que la actividad había mermado intercambiamos algunas palabras, para él había sido una noche de esas en las que sentís que no pegas una y encima yo no había colaborado, pero hay noche y noches concluí minimizando la cuestión.

Cuando ya finalizaba la última rubia, el staff había comenzado a levantar campamento y de vez en cuando se escuchaba un alarido perruno, cerré mi cuenta de $102.

Al despedirme de la muy amable encargada de la caja y de Mauro, ya cruzando el salón, me dijo que seguía cayéndole bien… Menos mal, porque todavía tengo pendiente probar un Negroni de NEGRONI.

Braca

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