New York y Yo… Vol. IV

Demasiado tiempo sin escribir. No puedo dejar ir el 2016 así nomás… Voy a contiuar con mis relatos en la ciudad que nunca duerme.

Día 4 –  25/11/2015 – Parte 2

Luego de hacer unas compras en Brooklyn, volví a Manhattan para continuar mi recorrida. Tras descargar las bolsas, ducha y cambio de atuendo caminé a uno de los lugares recomendados. Tuve la suerte de que todo me quedaba bastante a mano.

Entré a cenar temprano a Casa Mono (52 Irving Place) y estaba concurrido. Me ubicaron en la barra desde donde podía ver la acción de la cocina. No es un lugar muy espacioso pero el concepto es divertido.

Como de costumbre con menúes españoles, no pude resistirme al pulpo, aunque estaba acompañado de pomelo e hinojo. De textura crocante y equilibrada condimentación, no puedo decir que me volvió loca. Luego, llegaron las mollejas con hinojo al mono y vinagreta de almendras. No sabía que las preparaban fritas, y para mi paladar, se les fue un poco la mano con la sal.

La carta de vinos es numerosa, 100% española y para todos los bolsillos, desde un cuarto de vino por U$S15 hasta botellas de más de U$S2000. Yo pedí una copa de tinto La Casilla 2013, y luego de la cena, las opciones de postre no me tentaron pero terminé con un vino dulce Alvear Pedro Ximenez Solera 1927, Montilla-Moriles.

La cuenta fue de U$S67.50 más propina. 3 Bracas para Casa Mono. No mucho más para acotar, en una hora estaba lista para seguir viaje.

El siguiente lugar en mi lista era Angel’s Share (8 Stuyvesant St.), un bar estilo speakeasy, que como debe ser, no son fáciles de encontar. Esa es la idea, no?

Entré a un lugar que no era, y tras dos o tres indicaciones ingresé a un restaurante japonés, subí unas escaleras y me señalaron una puerta. Son dos dimensiones completamenta distintas. El bullicioso restaurante y luego, el bar, con luz tenue donde encontré una butaca libre en la barra. La atmósfera me dió la sensación de estar en una película, donde en cualquier momento entraba James Bond y se pedía un Vodka Martini (Shaken, not stirred) antes de empezar a aniquilar a todos.

Tras leer la interesante carta de tragos, en lugar del clásico Old Fashioned, innové. Pedí un Smoke Gets In Your Eyes (Humo entra en tus ojos). Después de probar unos sorbos, parecía que me estaba tomando un sahumerio.

La atmósfera era peculiar, mayoritariamente público oriental, el Bartender se tomó 3 shots de algo con un mexicano sentado al lado mío, la música estaba abarcada por jazz y más jazz y se podía ver gente caminando hacia una zona VIP.

Una experiencia distinta. Pagué la cuenta de U$S16 + 18% de propina y salí para seguir explorando la noche. 3½ Bracas.

Uno de los comensales del último pub donde trabajé en su lista de recomendados escribió el nombre del pub más antiguo de New York. Se llama McSorley’s Old Ale House (15 East 7th Street) y es un lugar especial. Se convirtió en uno de mis destinos nocturnos preferidos.

Como todo pub irlandés predomina la madera, las banderas, las fotografías históricas, posters, cierta rusticidad y una cálida atmósfera, entre otras cosas, sin olvidar, buenas cervezas. No hay música, el bullicio proviene de las voces y de las jarras de cervezas chocándose, cuando están llenas y vacías.

Lo primero que me llamó la atención fue la regla de la casa: «Be good or be gone«, sin poder darle una traducción literal, significa algo así como «Sé bueno o vete«. Las cosas claras desde el principio.

Luego de pararme en la barra y tratar de divisar que cervezas ofrecen, un camarero se acerca y me dice «Light or Dark«? Tuve que preguntar  y me explicó que sólo venden medias pintas de cerveza de Ale y Porter. Por ende, opté por cerveza negra. Me causó gracia la forma en que sirven la cerveza, jarras de media pinta, mitad espuma, mitad cerveza. Quiero creer que más de una vez algún inglés les habrá pedido que le llenen el vaso…

El precio es U$S5,50 (sólo efectivo) por dos jarras servidas simultáneamente, lo cual es de lo más accesible que ví en mi estadía.

McSorley’s ha permanecido abierto desde 1854, y se nota. Han preservado el lugar con el correr de los años, con alteraciones como construir un baño para mujeres en 1986… Pero han mantenido el aserrín en el piso.

4 Bracas. Vale una visita.

Pedí otra ronda, me deleité observando las fotos, los cuadros, los mil y un detalles que decoran la barra y las paredes, y las 23 jarras de cerveza que uno de los camareros servía en una sola ronda…

 

Enfilé hacia el último destino de la noche, otro famoso speakeasy, del cual quería corroborar si hacía honor a la fama que lo precedía.

PDT, Please Don’t Tell (113 St Marks Pl.) es considerardo uno de los mejores bares del mundo. En el caso que tengan la ocasión de visitarlo quedará a su entero critero decidir si esa afirmación es verdad, o meramente subjetiva. Desde mi punto de vista, aunque hay estándares a considerar para calificar un lugar mejor que otro, la experiencia personal que uno experimente en un espacio va a ser el parámetro del veredicto final.

PDT tiene como fachada Crif Dogs, un local que vende hot dogs/panchos, hamburguesas y papas fritas con queso derretido, como las que pedí mientras esperaba, tras haber llamado con el telefóno rojo que habilita la entrada. Todo es parte del juego que estas bares ocultos ofrecen.

Recuerdo que para el tiempo de espera que tuve, esperaba un alto nivel de concurrencia, pero no fue así. Había tres chicos sentados en la barra, y un par de mesas ocupadas.

Las dimensiones son pequeñas, butacas alrededor de la barra, techo de madera, una cabeza ciervo y otra de oso con un sombrero en la pared, un pintoresco cuadro, velas y luces tenues donde la mayor claridad proviene de las botellas del bar.

Después de ubicarme en la barra, a través de un hueco en la pared que juega de intermediario con Crif Dogs, me trajeron el resto de mis papas fritas con queso.

Como es de esperarse el menú ofrece elaboradas y sofisticadas recetas, sin embargo, para seguir con la tradición me pedí un Old Fashioned con un twist, el bourbon Four Roses con el que lo preparan tiene infusión de tocino. Interesante.

Parte de la noche me la pasé conversando con un norteamericano que me dijo que yo tenía acento inglés… Primera y última vez que escuché eso en mi vida.

Luego de terminar mi trago, la apacible atmósfera no me invitaba a una segunda ronda, por lo que pedí la cuenta, U$S15.00+propina+las papas.

Era una noche de miércoles, previo a Día de Gracias, tal vez viernes y sábados la experiencia es distinta. 3 Bracas para PDT. Como dije al principio, todo es cuestión de percepciones personales…

Salud!

Braca

Pd.: Feliz Año para todos, les deseo de corazón que despidan el 2016 con rica comida, bebidas al por mayor…  y reciban el 2017 rodeado de sus seres queridos. ¡Abrácense fuerte!

 

 

 

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