New York y Yo… Vol. III

Uff, pasó el tiempo desde mi último post. Voy a ponerme al día lo antes posible ya que he andado por algunos lugares que vale la pena compartir con Uds., sea que en algún momento necesiten buena data para comer afuera lo que no comen en casa…

 

Día 4 –  25/11/2015 – Parte 1

Otro día en New York, otro día para madrugar y aprovechar al máximo. Fresca mañana pero con un sol que todo lo cambia. Salí de mi hogar temporario, compré un café en el camino y me dirigí hacia la costanera. Bajé hacia el East River y caminé bordeando el río, pasando debajo de los puentes Williamsburg y Manhattan para llegar, luego de unos cuantos minutos de caminata, debajo del ultra famoso Brooklyn Bridge.

Para ser honesta, encontrar por donde subir al puente de Brooklyn desde el lado de Manhattan no fue la travesía más glamorosa de la jornada, hasta me sorprendió que semejante hito turístico dejara tanto que desear, tal vez está en remodelación.

Luego de preguntar dos veces, incluido un policía en una casilla de seguridad que arrancó la charla haciéndome un chiste sobre cómo iba a cruzar el puente sola…  y terminó, dándome su teléfono e invitándome a recorrer la ciudad con él. Al margen de lo gracioso de la situación, le estaré eternamente agradecida por una de las mejores recomendaciones culinarias que he recibido en años, Junior’s. Cuando me dijo que tenía que ir ahí entendí algo de «cheese» y pensé que hablaba de Mac and Cheese o algo así. Resultó ser algo mucho mejor.

Tras cruzar el puente, maravillarme con semejante estructura de cemento y hierro y sacar unas cuantas fotos, ya se había hecho la hora de comer. Fui en busca de Junior’s. Resultó ser que es famoso por su CHEESEcake… Podría decir, al día de la fecha, mi postre favorito.

Después de preguntar a cuatro o cinco personas cómo llegar a Junior’s (386 Flatbush Avenue EXT) lo encontré.

Había cola en la entradas y pensé Guau! En realidad se me cruzó otra palabra por la mente, pero miré un poco mejor y había fila pero para comprar en la panadería. Di la vuelta y encontré la puerta del restaurante. Me dieron una mesa, pasé primero por el baño (respetable, con música ambiente, el de Damas decorado con fotos de hombres famosos y el de Caballeros, con mujeres famosas) y me dediqué a observar.

No sé si así son los típicos restaurantes norteamericanos, pero me pareció que si. Tal como los que muestran en las películas. Los mozos/as vestidos de negro, el personal de limpieza de blanco, miles de fotos en las paredes de celebridades del país del norte, asientos mullidos, condimentos infaltables, Ben E. King sonando con su clásico Stand by Me

Pedí unas de las Lunch combinations que incluía Salad & Sandwich: 1/2 Sandwich y una porción de ensalada. Elegí Pastrami y ensalada Caesar, aunque me quedé con las ganas de probar el sandwich de Lengua. De cortesía me dieron unas cazuelitas con remolacha y otra con repollo blanco cremoso y pepinillos. Nada del otro mundo, pero entre todo, fue abundante, no pude terminar todos los platos.

Para beber, pedi una cerveza pilsner local Coney Island, más que aceptable para pasar el Pastrami.

Cuando estaba terminando mi almuerzo y antes de ordenar el postre, una llamativa rubia se sentó en la mesa de al lado. No faltó mucho para que empezara a conversar conmigo.

Siendo algo así como el mausoleo del Cheesecake, por supuesto ya sabía que iba a comer de sobremesa. A pesar que cuentan con 12 variedades, más tortas y demás, lo que lo convierte en un paraíso en tierra para los amantes de los dulces, fui por el clásico. Elegí su Famoso No. 1 Cheesecake Original. Una gloria. La suavidad hecha queso y crema, escribo, me acuerdo y quiero volver en un viaje rasante solo por una porción más (o dos).

Lo que recuerdo también, fue que una vez que saboreaba esa exquisitez, la señora de al lado me preguntó si estaba bueno. Le dije. Ella respondió que estaba tentada pero que debía cuidarse para mantener la silueta. Así empezó la conversación. Después de un rato ya me había contado de su paso por la peluquería, que su marido la había engañado, toda la historia de como descubrió el engaño y hasta conocí a su hija por foto. Todo esto mientras comía sólo una porción de cielo. Hasta me pidió consejos para su vida amorosa. Mmmm, y bueno, aunque las relaciones amorosas no son mi fuerte, ya que estaba, se los dí.

Cuando ya eran pasadas las 2 de la tarde pedí la cuenta de $30,70+propina. No sin llevarme en mi bolsillo el e-mail de Linda para saber como seguía la historia…

 

Braca

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