14 días atrás estaba arriba de un avión, viajando más de 9 horas desde Londres, para estar dos días en Dubai. Un viaje planeado improvisadamente, algo que algunos llamarían locura, yo tenía plata para el pasaje, 3 días libres y una amiga argentina que trabaja para Emirates viviendo ahí ¿Por qué no?…
Así se dio mi primer visita al Continente Asiático. Llegué a Dubai a la madrugada, después de una cortísima escala en Moscú – primera vez en Rusia, también – donde lo único que hice fue correr hasta el avión y llegar 10 minutos antes de que despegara porque el vuelo anterior venía demorado.
El primer shock fue ver que en el control de pasaportes, sólo hay hombres trabajando, con sus túnicas blancas y muy limitado diálogo. Después de un rato largo haciendo cola, pasé dicho control, cambié £30, lo cual equivale alrededor de 151 dirhams, la moneda oficial de los Emiratos Árabes y salí al calor nocturno.
Fuí directo a los taxis, siguiendo las indicaciones de mi amiga. Segundo shock… Hay taxis exclusivos para mujeres, manejados por mujeres… Llegué a la dirección indicada y después de encontrarme con mi amiga, hambrienta, terminé en un Burger King, atendida por un muchacho indio con un inglés que no pude entender.
El martes, luego de dormir un poco, fuimos para la playa, claro! No veía la hora de volver al mar. Creo que eso es una de las cosas más lindas de Dubai… La playa tiene un arena suavecita y caracoles, agua que va del incoloro al verde agua y azul celeste en menos de dos metros y temperatura ambiente ¡Cómo me gusta el mar!.
Nos tiramos en la playa, rodeadas de turistas, en su mayoría ingleses y cuando pintó el hambre, encaramos para Barasti Bar, uno de los bares donde venden bebidas alcohólicas. Porque, sí, tercer shock, no se vende alcohol en el supermercado salvo que tengas una licencia para ello, y no en todos los restaurantes venden bebidas espirituosas…
Llegamos a Barasti, que consta de un enorme deck con numerosas mesas y un bar en el centro del mismo, otro deck con mesas de pool que no llegué a ver muy bien, y adentro más mesas de mimbre al mismo estilo y pantallas gigantes fútbol inglés de segunda división.
Cuarto shock, estando dentro del bar, se puede fumar… Me causó mucha gracia leer un menú dirigido a los ingleses con Fish & Chips y Sausage & Mash incluídos.. Claramente, no como eso en Londres, menos lo voy a comer en Dubai! Igualmente, no había muchas opciones y tampoco, necesariamente accesibles. Gracias a mi amiga, teníamos descuento! No encontré ninguna cerveza local, por lo que pedí una Carlsberg y para comer, el Club Sandwich (Pan blanco, Pollo, Lechuga, Rodajas de tomate, Pavo, Mayonesa, Huevos, Queso Cheddar y Papas Fritas), mi amiga se pidió el Chicken Wrap (Pollo marinado, Chutney de Mango, Cebolla crocante, Tomate y Papas Fritas). El mío estaba muy bueno y Emiliana me dijo que el suyo también. Después de un par de cervezas más el sandwich, no me podía mover….
La cuenta acá incluyó un 10% de Tasa Municipal y Servicio, por lo que, mi parte, con el descuento, fue 186 Dirhams.
El resto del día caminamos e intentamos llegar hasta Palm Jumeirah, la Palmera/Archipiélago artificial de Dubai pero la autopista nos truncó la misión, deberíamos haber tomado el tranvía y después un taxi o rentar un auto, porque no hay forma de llegar siendo peatón. Entonces, tomamos otro taxi, hasta la parada de Metro y fuimos al Dubai Mall a ver el espectáculo en la Fuente con aguas danzantes al compás de la música, esta vez, de la mano de la maravillosa Whitney Houston. Frente a eso… el imponente Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo. Quinto shock.
Habíamos intentado pedir una mesa cerca de la Fuente, pero había que esperar. Así que volvimos después de la canción. Emiliana no tenía hambre y yo no moría tampoco, pero me había comentado de un sushi espectacular que había comido y me me tenté. Entonces nos sentamos en Social House, uno de los restaurantes del Mall, que cuenta en el Menú con opciones de Tailandia, Korea y Malasia, y ese mes, Japón, además del Mediterráneo. Nos recibieron muy amablemente, pero el mozo escuchó la mitad de las cosas que le dijimos mientras me recomendaba los especiales de Japón de la semana…
En conclusión, primero pedimos para beber – éste es uno de los lugares donde no venden alcohol -, Emiliana: Jugo de Frutillas y Manzana y yo una Limonada pensando en una Sprite, pero trajo un vaso extra largo de Limonada Casera, que era demasiado dulce para mi paladar. Para comer, ordené un Philadelphia Roll Frito – pero vino sin fritar – y una porción de Sashimi. En el ínterin la naturaleza llamaba y tuve que cruzar medio shopping para ir al baño. Cuando volví, ya tenía la comida en la mesa. El Sushi estaba fresco, muy sabroso y muy llenador.
La cuenta fue alrededor de 140 Dirhams.
En mi último día en Dubai, por supuesto volvimos a la playa, al sol y calor abrumador, esta vez, encarando para el ultraconocido Burj Al Arab, según Wikipedia, el hotel más lujoso del mundo.
Metro y caminata de por medio arribamos y nos tiramos en la playa, parece que de éste lado sopla más el viento y el agua no hierve, al menos, en esta época del año.
Cuando pintó el hambre, caminamos unos cuantos metros por la acolchonada pista para corredores, hasta que aterrizamos en Park House, una de las pequeñas opciones gastronómicas frente a la playa. Acá, primero se pide en el mostrador y luego te asignan una mesa, no al revés.
Pintoresco «restaurante» de playa, con productos frescos y aire acondicionado. Esta vez, me limité a comer un poco menos, ya que iba a seguir bajo el rayo del sol dubaiense. Aquí tampoco venden alcohol, por lo que consumí otra vez una dulcísima Limonada Casera y un Sandwich de Pavo con Hojas Verdes y una Ensalada de Fruta. Muy sano y natural lo mío, para variar.
La cuenta, fue 63 Dirhams. Y a la playa de nuevo, hasta que, créalo o no, nos comenzó a hacer un poco de frío.
Eran mis últimas horas en Dubai y Emiliana ya había planeado el recorrido final. Me duché en los baños públicos con agua tibia y me cambié la ropa de playa.
Volvimos a caminar por la pista de atletismo y entramos al complejo del Hotel Más Caro del Mundo para desviarnos al 360º Bar. Tal como el nombre lo dice, es un bar de 360 grados, una circunferencia perfecta sobre el mar y para sumarle a eso, Happy Hour de 5 a 8pm… Gol. De casualidad llegamos antes de esa hora. Pedimos unas cuantas rondas de cerveza Tiger, y luego cambié por Heineken, con una botella de Colección. El servicio, genial. No repitieron el bol con almendras y castañas cuando les pedimos, pero el muchacho de Seguridad se inspiró en su rol de fotógrafo. Compensó. Hermosa noche.
Desde ya, no es barato. Mi cuenta fue más de 108 Dirhams. Pero como dice la publicidad, «para todo lo demás existe Mastercard».
Llegada la medianoche, me encontraba en el aeropuerto para volver a Londres. Recién ahí, tuve mi primer diálogo con un árabe, sabiendo que era argentina, me preguntó si me gustaba Messi... Para resumir mi breve estadía, puedo decir que Dubai es un pedazo de desierto y paraíso petrolero cosmopolita en construcción…
Braca
Pd.: Algo anecdótico, cuando volvía e hice escala de nuevo en Moscú, fue muy gracioso tomar un Cappuccino con un Muffin y que del ticket de la cuenta, lo único que no estaba en ruso, era la parte de colaborar con la propina…