Primer Navidad en Londres. Primer Navidad sin La Familia. Primer Navidad en invierno. Muchas dudas sobre que se puede hacer en esta ciudad en Nochebuena ya que todo cierra temprano. O al menos, muy temprano para trasnocheros como somos en Argentina.
Siendo que yo nunca me encargué de las cenas navideñas – sólo de los líquidos -, sino mi Papá con sus espléndido talento de Asador y mi Mamá con el resto, me dije a mi misma: “No pienso cocinar”. Por ende, decidimos buscar alguna propuesta gastronómica cerca de casa, ya que, tampoco contamos con transporte público y caminar mucho con estas temperaturas no da.
Tras una pequeña investigación googlelística, encontramos un tesoro a pocas cuadras de mi hogar: Il Trillo (4 Hollywood Road, SW10 9HY). Un restaurante familiar, de origen italiano – ¡Otra vez! – que le rinde honores a la creatividad, a los productos frescos, al mercado, al buen comer.
De blanca y simple arquitectura, sin masivas dimensiones, una pequeña barra en el primer salón, repisas hasta el techo plagada de vinos, mesas blancas y sillas de madera, unas modernas velas que no son velas, cuadros con fotos en blanco y negro, iluminacion en el punto justo entre claridad e intimidad, un patio cubierto al que volveré para explorar, pisos de madera como las cajas de vino que decoran el ambiente. Minimalismo y buen gusto.
Punto en contra, la música Bossa & Todo utilizada hasta el hartazgo. Aunque debo admitir, que entrada la noche, pasadas las 22, mejoró un poco.
Ya ubicados en nuestra mesa, nos alcanzaron los menues con una amplia carta de vinos, en su mayoria de tierras italianas. Y como los italianos son de buen comer – gracias a Dios -, brillan las opciones de Antipasti, Primi Piatti, Secondi Piatti, y asi podemos estar comiendo toda la noche!
Había leido online el menú y desde ese momento, me había tentado con una opción de conejo. Pero primero lo primero.
De entrada me sedujeron dos alternativas en particular: probar, por primera vez, rana en un porción pequeña de Linguini al nero di seppia con rana pescatrice, pomodori ciliegino e zucchine (Black hand made linguine with monkfish, cherry tomatoes and courgettes – Linguines negros caseros con rana, tomates cherry y zucchini) y coincidimos, en los Capesante flambé al Cognac, porri e mizuna su crema di patate allo zafferano (Scallops sauté with Cognac, leek & mizuna salad on potato & saffron sauce – Escalopes salteados en Cognac, puerro y ensalada de mizuna sobre papas y salsa de azafrán). Fuimos por los dos. Y a pesar de que el Linguine estaba muy rico, los Capesante fueron una opción sublime.
De beber, nos decidimos por un Marchesi Antinori Santa Cristina Le Maestrelle Toscana IGT 2011 (Sangiovese, Merlot y Syrah). Admito que la mayoria de los vinos no los conocía y en general las opciones en botella arrancan las 30 libras. Distó mucho de ser mi vino preferido, para mí, aún más ya que soy más amiga de los Varietales que de los Blend.
De principal, pedí el Coniglio disossato, ripieno e scalogno in agrodolce (Slow cooked rabbit stuffed with cheese & Italian ham, accompanied by sweet and sour shallots – Conejo cocido lento relleno de queso y jamón italiano, acompañado de cebolla/chalote agridulce) y Adam, optó por unos Gamberi spadellati al Laphroaig e cipolle di Tropea (King prawns & Tropea onions flambée with Laphroaig Whisky – Langostinos y cebollas de Tropea flambeados con whisky Laphroaig). ¡Ay me encanta como suenan los nombres de las comidas en italiano!
Cuando llegaron los platos – con un enorme cuidado en la presentación -, lo primero que pensé fue: la porción es muy escasa. Pero cuando estaba terminando el conejo relleno, habiéndome tomado mi tiempo, estaba repleta. Los Langostinos estaban impecablemente limpios – ¡Por fin, un lugar donde limpian los langostinos como se debe! -, carnosos, grandes y fresquísimos.
La atención del staff fue excelente, atentos, bien entrenados, con estilo casual pero profesional. No cobran cubierto y tampoco los panes caseros que nos acercaron con el vino. Riquísimos.
Ah! No olvidarme, en un momento necesité retocar mis labios rojos y partidos del frío. Bajé por una estrecha escalera hacia los baños. Impecables.
Cuando retiraron los platos, le comenté mi preocupación inicial a quien creo es uno de los hermanos/dueño del negocio familiar sobre las porciones, se rió y me contestó algo así como: “Llevamos 25 años haciendo esto y ya sabemos cuanto es lo adecuado”. Touché.
Nos ofrecieron los menúes de postres. Pausa, por favor. Para mi tristeza, aunque anticipada, no había Cheesecake o Tiramisú. Las opciones sonaban interesantes, pero ninguna me tentó en particular. Finalmente, decidimos pedir – por pedir nomás -, la Sfogliatina e Chantilly all’arancia. Una pequeña tarta en capas crocantes con crema chantilly de naranja, con naranjas y berries. Algo más exótico para mi paladar, con una presentación digna de una foto.
Ya sin más espacio y cerca a la hora del cierre, claramente, estaba dispuesta a irme con un digestivo. ¡Nada de té, quería Lemoncello! No hizo falta pedirlo, ya que se acercó nuevamente el dueño y nos ofreció la cortesía. Excelente.
Esta vez en un tamaño acorde, una par de lindas copitas, degustamos un Lemoncello casero, cremoso y más bien blanco que amarillo. Bravísimo. 4½ Bracas para Il Trillo.
Pedimos la cuenta, que incluye un 12,5% de Service Charge/Servicio de Mesa a distribuirse en todo el staff, según reza el recibo. $107,32 libras. Claramente, es para ocasiones especiales… Tales como celebrar la Nochebuena y Navidad – que sería en casi una hora -, cuando dejamos Il Trillo, para caminar unas cuadras en la fría noche, muy distante del abrasador fuego de la parrilla y del calor del Hogar allá… en el Fin del Mundo, Salud!
Braca
Pd.: Espero hayan disfrutado una hermosa Navidad, aquellos que creen y aquellos que no. Les mando mis mejores deseos para este Año Nuevo, ojalá sea el preámbulo de su mejor año. ¡Gracias por estar del otro lado! Feliz 2014!!!!!
Algo Sibarita 