Estoy literalmente echada en mi sillón, después de un fin de semana de largas salidas de viernes y sábado, Personal (Impecable) Fest 2012 de por medio con unos brillantes y compactos Kings of Leon y creo que es un buen momento para una nueva anécdota del fin de semana que está llegando a su fin.
El viernes arrancó en El Tiki (Niceto Vega 5507) con compañeros de trabajo. El motivo de reunión era la despedida de una compañera, Sabri, que había renunciado un semana atrás. Sin embargo, dado un despido masivo, terminamos ampliando la despedida para 4 amigos más… Triste realidad, pero como siempre digo «Todo pasa por algo«.
Apenas entré a El Tiki me llamó la atención la decoración en el techo, las dimensiones del lugar y un amplia y tupida barra. Me dirigí directamente a la terraza (enorme) ya que la cita era ahí arriba. Esta terraza es ideal para los calorcitos porteños, sillas con sombrillas, sillones, si llueve tiene un gran toldo verde que estaba desplegado ya que el viernes estuvo lloviendo y el cielo parecia amagar.
El ambiente es así, relajado. Se escuchaba buena música, tal vez en un volumen demasiado alto ya que por momentos me encontré gritando, pero era muy buena. Recuerdo originalísimos covers, interpretados al estilo Elvis Presley, de intérpretes muy variados como Maroon 5, Morrissey, por nombrar algunos.
Arriba también hay una barra, con rejas, que me hizo recordar a la escena de Maverick cuando asaltan un banco o a una cárcel, todavía no me defino.
Cuando llegué ya había varios invitados que habían empezado a beber y a comer y otro par se estaban yendo. Me senté y me informaron de la promoción de cerveza – 2 Pintas Warsteiner por $35 hasta las 21hs -, no había otra opción de cerveza en promo pero lo bueno es que no te traían las 2 cervezas juntas como hacen en muchos lugares, lo cual detesto.
Ya eran pasadas las 20hs, mi estómago y cultura alcohólica demandaban que pidiera algo de comer. La carta es reducida pero para un lugar como este, está mas que bien. Hay varias Entradas interesantes y Hamburguesas Caseras como Plato Principal. Pedí a un amable moza que pasó una Hamburguesa Clásica que sonaba apetitosa, pero al rato vino el mozo a decirme que esas opciones eran para después de las 21hs (…) Me pidió disculpas y me dijo que sólo podía pedir las Entradas. ¿Por qué juegan así con mis sentimientos estomacales? Eso no se hace. «Si estas con hambre te recomiendo los Nuggets de Pollo«, me dijo. Pues claro que estaba con hambre por eso había pedido una hamburguesa completa. Cuestión que me decidí por ellos, que prometían y parecían la opción más llenadora.
Los nuggets llegaron rápido, eran 6 ó 7 bolitas de pollo de tamaño más chico que una pelota de golf, muy esponjosas y porosas, ricas, acompañadas de mostaza de Dijón y ketchup, mas unas hojitas verdes y moradas con aderezo. Definitivamente eran un entrada, me había quedado con ganas de la hamburguesa pero para zafar estuvo bien. Fuí víctima de las cargadas (y críticas) de mi compañeros dado que me encontraba comiendo sola en la cabecera de la mesa, pero bueno, pareciera que no me conocieran, yo cuando tengo hambre, tengo que comer…
En un momento de la noche éramos una larguísima mesa, nos amuchamos, ya que no había mas sillas disponibles aunque pronto se desocupó una mesa y nos apropiamos de ellas. En ciertos lapsos, las cervezas demoraban más de la cuenta en llegar, lo cual generó algunos reclamos. El tiempo de espera se nota, sobre todo cuando se está con mucha sed.
Cuando llegaron las ansiadas pintas, desafortunadamente, obra de la gravedad y un descuido, el mozo deposito una bandeja con varias y al servir una, otra tocó a las otras y todas en milésimas de segundos se desparramaron sobre la mesa empapando – literalmente – a nuestro querido Luquitas y salpicando también a Agustina… Cosas que pasan, lamentablemente. Por supuesto el mozo no sabia como disculparse, no había sido intencional, pero los pantalones mojados de Lucas no creo que hayan sido la forma más cómoda de continuar la noche.
Bebí mi segunda pinta, estaba pasando un lindo momento con gente con la cual comparto 9hs diarias, pero sin duda, en una terraza, cervezas y buena música, es mucho más divertido que en la oficina.
Siendo que tenia un cumpleaños de una gran amiga en un rato, tenía que partir. Uno de los mozos se copó en cobrarme por separado – Cuentas claras conservan la amistad – por lo que aboné mi cuenta de $73 – sólo aceptan efectivo – aquí los plásticos no tienen valor.
Tras saludar y hacer un stop estratégico en el baño (limpios, sin papel) me retiré de El Tiki, un lugar al cual seguramente volvería en una calurosa noche de verano. 3 Bracas para ellos.
Caminando por Humboldt hacia la parada del 39, recordé una esquina por la que había pasado recientemente un par de veces – Fitz Roy y El Salvador – y me había llamado poderosamente la atención la iluminación y ambientación que vi desde la vereda. Es que tenés que ser ciego para no notarlo, más aún con las hermosas y minimalistas luces de neón naranja que forman el nombre con mayúsculas NEGRONI (El Salvador 5602), suena y se ve imponente. Vi luz y entré.
La vereda estaba llena de mesas y las mesas llenas de gente. Es más, creo que hay más mesas afuera que adentro. También hay terraza, pero esta vez no subí, quedará para la próxima conocerla.
Directo a la barra, me senté en una banqueta con muy lindo diseño, pero de cómoda, poco. Me tomé unos minutos para observar el lugar, mezcla de arquitectura neoyorquina e italiana. Acá las luces juegan un rol clave, estando una pared lateral alambrada, cubierta de botellas prolijamente combinadas y súper iluminada compite con las luces y botellas de la barra que delatan la inclinación del lugar por la alta coctelería.
Todos los detalles de la decoración y del bar están calculados, desde lo que parece – pero no lo es – una improvisada mesa de madera con caballetes para el Dj, las frases pintadas en las paredes, las servilletas negras (me encantaron), la hermosa y fina cristalería, las simpáticas jarras pingüino, la vestimenta del staff, un frascos con cubos de azúcar, los 3 relojes redondos en la pared de la escalera con las horas (que no pasan) de New York, Buenos Aires y Firenze, este ultimo me llevó instantáneamente al Ponte Vecchio y esa bellísima postal, claramente inspiradora para los dueños de este lugar. Uno de ellos, o tal vez era el Encargado, andaba de aquí para allá supervisando todo, charlando con unos finlandeses que pidieron unos shots de Ron Dorado u ofreciendo minis Mint Julep de cortesía a una pareja mientras esperaban una mesa, en fin, todos detalles, pequeños detalles que en la sumatoria destacan a un buen bar de un simple bar.
Ya había pedido la carta de tragos, en la cual se encuentran tragos clásicos, el Negroni con rol protagónico y otros vanguardistas, actuales, de renombrados bares del mundo como Londres, por ej. Estuve por hacer honor al nombre del lugar, pero me decidí por un Old Fashioned.
A pesar de que la barra es pequeña y más bien preparada para tomar algo mientras se espera una mesa, un detalle no menor es el bronce reluciente con el que está confeccionada. Su disposición y dimensiones, no son aptas para cenar pero sí permiten ver toda la actividad de los encargados de los tragos, barman y barwoman y también sentir el aroma de una cáscara de naranja o la inconfundible menta cuando se le da una palmadita para potenciarla. Además, eso me dió una señal de la calidad de los productos que utilizan.
Me entregaron, sin pedirla, la carta de comidas, pero no estaba con hambre. Leí platos más que interesantes antipasti, paninis, pizzas gourmet, hamburguesas, entre otras opciones, mezcla ítalo-americana. Otro motivo más para volver en otra ocasión y probar algo del Menú.
El Old Fashioned preparado por el carismático Mauro, estaba muy muy bien. El único detalle que podría mencionar es que, en el pintado del vaso unos que otros granos de azúcar quedaron por fuera y se me pegotearon un poco los dedos, pero por suerte, tienen esas servilletas negras súper-absorbentes, genial! Además tengo que admitir también que el barman me compró, al decirme que le caía bien porque nunca entraba una chica sola y se pedía un Old Fashioned. Mauro+10.
Otra cosa que me gustó de Negroni fue que una botella de Legui en la barra, estaba más de la mitad vacía, lo cual, significaba que se preparan tragos con Legui. Mauro me mostró la carta de nuevo y claro, ahí estaban algunas opciones como el Bagley Gimlet y el Rusty Nail Criollo, lo cual me fascinó porque yo adoro el Legui, a pesar que sea considerado un licor barato. Es nuestro y me encanta que se lo revalorice. Es más el primer trago creación que hice a los 16 años, tenía Legui, se llamaba Brahoff (Bracamonte-Hoffman).
Ya terminando mi trago y habiéndole dado tiempo a mi amiga cumpleañera para alistarse a su festejo, pedí la cuenta, de $46. Consulté y aceptan tarjetas varias, sin mínimos, bárbaro. Los precios me parecieron correctos y lógicos. 3 ½ Bracas.
Aquí no hice paradas estratégica, otro motivo más para regresar y chequear ese ítem. Luego de firmar, recibir una tarjeta del lugar, dejar la propina en los lindos recipientes de vidrio, saludé y con gran cortesía me dijeron que esperaban que volviera. Como verán, acumulé varios motivos para regresar y si Uds. ya fueron o van a ir, cuéntenme que tal les sabe el Negroni de Palermo… pero Palermo de Buenos Aires.
Braca